Un nuevo paradigma o visión del mundo está entrando e emergiendo en la consciencia humana. Una visión global de la Humanidad. No hay fronteras. El intercambio de culturas. El contacto de civilizaciones. El diálogo de religiones. La facilidad de comunicaciones- la rapidez de la información. La crítica al sistema único económico financiero. La inutilidad de las guerras. Las aportaciones de las ciencias en todo ámbito. Las nuevas costumbres en las nuevas generaciones de un muy mal llamado la sociedad del bienestar. Las crisis de las escalas de valores tradiciones; no de valores sino de axiologías. Esto y mucho más, nos ha le lado a un nuevo nivel de consciencia. A una nueva mirada desde el ser humano sobre él y en el mismo.
No pertenece en absoluto esta nueva mirada o visión a las ideologías religiosas o laicas. Ideologías construidas en creencias cerradas, como las llamo, ante las creencias abiertas. Cerradas porque el ser humano no las puede tocar, criticar, cambiar o reformular. Estas ideologías son alienantes. . .
Es preciso ir con una capacidad generadora, creativa, innovadora, tecnológica de acuerdo con las informaciones que nos dan todas las ciencias. Las ciencias en un diálogo interdisciplinar, y al mismo tiempo, transdisciplinar. Donde la Sabiduría de las Tradiciones profundas de la vivencia del ser humano, de cualquier cultura, hecha realidad o carne en muchos seres humanos, indica, ayuda, orienta, confirma esta dimensión de calidad
humana profunda, que es totalmente gratuita, pero al mismo tiempo necesaria para devenir y ser ya ahora un ser humano integrado. Es cierto, por otra parte, que toda esa nueva visión o mirada al ser humano no la facilitarán las jerarquías de cualquier estamento, sea económico, político, eclesiástico o religioso. Desde aquí, la jerarquía o el alto standing llevado por la angustia o el miedo al cambio les emerge unes defensas feroces no en defensa de la Tradición o del Ser Humano (en mayúscula) sino del poder (en minúscula) como del placer de estar por sobre los otros no en una actitud de servicio sino de dominio. A un nivel paranoico o sentirse perseguido por los fantasmas de los adversarios que no existen, sino en la propia fantasía del que sustenta el poder.
Por lo tanto, la nueva visión será llevada a término desde abajo, desde
e
l ser humano en concreto que anhela ser íntegramente el mismo y profundizar-se desde su metro cuadrado de realidad. Donde reine la serenidad interior, el respeto a sí mismo y al otro con el trabajo bien realizado y la armonía de la mente. El silencio total de su ego, absorbido por el ruido de la dimensión de las necesidades. Necesidades que se tiene que cultivar, alimentar, nutrir, pero de acuerdo con la sabiduría de las normas que emanan de la misma naturaleza. Pero el ego puede poner muchas dificultades por sentirse hinchado de sí mismo y no saber que su base verdadera, su soporte auténtico, su propia identidad, no es el mismo sino de dimensión de profundidad que él tiene y tiene que descubrir para conectar con la gratuidad de la propia vida. Esta dimensión necesaria, pero gratuita, es la calidad humana profunda o la interioridad de toda persona.
Es preciso el maestro interior a través del silencio profundo. Silencio que permite constatar la conexión con esta profundidad humana que no tiene nombre, pero “es”. Es buscar o encontrar en el camino de la vida aquellas personas que la viven, la sienten, la comunican. Y saber leer aquellos textos humanos serios que nos han transmitido y nos transmiten Maestros como Confucio, Buda, Jesús, Bahá’u’lláh, Tagore, Castaneda, Lao Tse, los Padres del desierto, Ibn Arabi y tantos otros como también los seres humanos de nuestra época, del siglo XXI.
Pero al mismo tiempo no es preciso despreciar ni castigar ni flagelar la dimensión de las necesidades. Por lo tanto, es preciso tener en cuenta la psicología profunda y la transpersonal como nuestra corporalidad ya que son las dimensiones a través de las cuales veremos y viviremos la calidad humana profunda o la interioridad que transita,
Envuelve, ilumina todo el ser humano. Hay un doble acceso a la realidad humana. Y los dos son precisos para ser e ir transformándose para poder llegar a la profundidad. Una profundidad donde la sensación, el sentimiento, el pensamiento están, pero no son. Ellos forman el estar, el cual ha de permitir emerger, porque ya está, el Ser.
La contraportada del diario La Vanguardia del 27 de febrero decía así: ¿Dios?
Lo que importa es el potencial de cada persona, al margen de sus creencias. O la del 4 de marzo: “La capacidad de pensar y repensar nos hace humanos como el valor de decir el que se piensa, libres. O la del 6 de marzo: Tengo creencias espirituales, pero creo que nosotros no sabemos y no podemos saber.
Cito estas personas ya que desde lo concreto avanzaremos. Las personas que caminan así existen. Cada lector como lectora tiene que pronunciarse consigo mismo/a.
No tanto qué es, cómo es, sino quién es. Trabajo, faena, búsqueda. Exploración e indagación a lo largo de toda la vida, que permite caminar en el bienser por encima del bienestar. Esta podría ser la nueva visión o la nueva mirada del Ser Humano, que en el fondo no es nueva sino antigua. Pero ahora está al alcance de todo aquel que anhela serlo. Así como todo ser humano tiene la posibilidad de apreciar la música, la poesía, la belleza, la verdad.
Quisiera concluir mi último artículo en el diario digital del Maresme pensando en un cuadro que he contemplado a lo largo de muchos años. El desierto con dunas. Dos dunas del desierto. Una en la noche oscura y la otra de día, iluminada por el sol La de la noche es la de la dimensión necesaria de necesidades y la del día la de la dimensión necesaria de gratuidad. Las dos contemplaciones son necesarias para un ser humano integrado. No hay división. Día y noche es un todo. Todo es aquí-y-ahora. En las coordenadas de espacio y tiempo, y más allá de estas coordenadas: Los diferentes niveles de expansión de la consciencia. El nuevo paradigma.